jueves, 19 de mayo de 2016

Entender

Se trata de entender, de dejar a un lado el discurso, la demagogia, la ambición por un lugar en la asamblea constituyente, de olvidar la politiquería barata, de eso deberían de tratar las ideas.
Dejar de pensar en nombres espectaculares y empezar a pensar en soluciones, que si bien nadie pide que sean espectaculares, si que ayuden y hagan una mejor área metropolitana, porque la increíble idea de megalópolis le queda muy grande a cada una de las autoridades que están ahí sumadas, sumadas en una especie de vecindad insana, hacinados sin resultados.
Los problemas se deben de enfrentar como área metropolitana, el constituyente y los notables de la CDMX no sirven de nada si no tienen una visión global de lo que significa esa cosa que se llamaba DF, y si dentro de esa tormentosa lluvia de ideas, si no hay una voz que entienda que el área metropolitana rebaso el concepto de Ciudad de México, que los habitantes de esta área metropolitana han dejado a tras los colores, los partidismos, la fe ciega, la creencia barata, las migajas por el voto, dentro de tantas campañas ningún partido ha entendido que los ciudadanos queremos acciones, que el discurso ya poco importa, que las explanadas llenas de nada sirven si no están llenas de ideas, ideas realizables, ideas que sean semilla para hacer de esta metrópoli algo que sea solvente y rentable para cada ciudadano.
No es tan difícil para cualquier persona cuerda pensar que el área metropolitana no necesita ni cosas rosas, ni eruvieladas, no, eso no se necesita, se necesita reglamentos, leyes, conceptos y regulaciones que abarquen, obliguen y organicen dicha área.
Un reglamento o ley metropolitano de transito, de publicidad exterior, de establecimientos, de transporte, de infraestructura, en pocas palabras de una vida conjunta que es lo que hacemos día a día los habitantes de esta zona.
Es ganas de no entender el gasto absurdo de unas campañas políticas absurdas que ni a ti, ni a mí nos dejan nada, ni una idea, ni una promesa para cumplir.
Nuestros políticos, nuestras autoridades, nuestros empleados, viven empeñados en no entender, viven entendidos de que no entender es más fácil que el hacer.

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